Era lo único que podíamos hacer por él, dadas las circunstancias.
Rita lo miró por última vez y soltó un largo suspiro. Tantas horas compartidas, tantos momentos inolvidables... La conocía mejor que nadie. Tres años juntos, sin separarse ni un solo minuto. Él guardaba todos sus secretos y ella sabía que una parte irrecuperable se iba en esa despedida.
—De todo se aprende —le dijo el muchacho.
Rita alargó su mano y lo dejó caer en el pequeño buzón de reciclaje.
Guardó su nuevo móvil en el bolso y al salir de la tienda se prometió que, desde ese momento, comenzaría a guardar todo en aquella nube.
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