jueves, 31 de enero de 2019

VOLVER A EMPEZAR


Era lo único que podíamos hacer por él, dadas las circunstancias.
Rita lo miró por última vez y soltó un largo suspiro. Tantas horas compartidas, tantos momentos inolvidables... La conocía mejor que nadie. Tres años juntos, sin separarse ni un solo minuto. Él guardaba todos sus secretos y ella sabía que una parte irrecuperable se iba en esa despedida.

—De todo se aprende —le dijo el muchacho.

Rita alargó su mano y lo dejó caer en el pequeño buzón de reciclaje.
Guardó su nuevo móvil en el bolso y al salir de la tienda se prometió que, desde ese momento, comenzaría a guardar todo en aquella nube.



domingo, 27 de enero de 2019

JUNTOS OTRA VEZ


Vivía en un barrio humilde rodeado de cariño y adoraba una pelota azul con la que marcaba goles a su padre. Por la noche, pedía siempre un cuento a su mamá que le leía mientras él se acariciaba con la trenza de su pelo. De su hermano pequeño le cautivaban sus carcajadas cuando le hacían pedorretas.
Un día, paseando por la playa, así de pronto, se fue de viaje al cielo. Aquello estaba lleno de luz, nubes blanditas y pelotas de colores, pero él quería seguir jugando con su hermano. Entonces pidió un deseo a la tierra y esta se lo concedió: lo atrapó y lo mantuvo protegido para que nadie pudiera quitárselo hasta que él bajase a buscarlo. Y así lo hizo, emprendió un viaje que duró doce días porque, aunque subir es rápido y fácil, bajar a la tierra entraña mucho esfuerzo. Lo cogió de la mano y, cuando ambos llegaron arriba, saltaron de alegría al ver que allí, además de pelotas, había montones de triciclos.

No llores, madre; no te tortures, padre. Escuchad, no con los oídos, sino con vuestro corazón. ¿Los oís? Son sus risas. Por fin están jugando juntos.




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sábado, 5 de enero de 2019

MI TÍA BEA

*NOTA*: Este relato es un ejercicio de cambio de narrador. Primero se escribió "Llamadas perdidas" consistente en la narración de una anécdota que debía escribir Bea para la clase de su sobrina. "Mi tía Bea" cuenta dicha anécdota desde el punto de vista de la sobrina.


A mi tía Bea le gusta cantar en la ducha. Conecta el altavoz a la música del móvil y pone canciones de Operación Triunfo. Ella canta muy dulce porque tiene voz de gatito.

El otro día, estando en la ducha, la llamaron por teléfono, pero no lo cogió porque quería seguir cantando. Luego alguien muy pesado llamó otra vez y mi tía pensó que era mi madre porque ella es muy pesada y a veces le manda que me recoja del cole, aunque a mí me gusta que me recoja mi tía Bea porque me lleva la mochila y me deja que haga volteretas.
Cuando ya se había puesto la mascarilla en el pelo llamaron otra vez. Salió de la ducha con los pegotes de mascarilla y como ya habían colgado vio que no era la pesada de mi madre y decidió llamar ella. Le contestó un señor extranjero que no hablaba muy bien español y le dijo que quería hacerle un regalo y que "nesesitaba" su dirección. Como mi tía está siempre muy enfadada porque le llaman mucho los de Orange y Movistar y a veces la despiertan de la siesta, le dijo al señor que no quería ningún regalo, que ya no era pequeña ni se chupaba el dedo. Entonces colgó y quiso poner una queja llamando a los otros números, pero le saltó el contestador diciendo que eran Melchor y Gaspar. Y luego mi tía se dio cuenta, mientras se enjuagaba el pelo, ¡que el señor con el que habló se llamaba Baltasar y que ella no había querido darle su dirección! Así que salió corriendo de la ducha, pero, como estaba todo mojado, se resbaló y se hizo una brecha en la cabeza. Llamó, con la sangre chorreando y todo, a emergencias y hasta que llegaron estuvo llamando a los Reyes Magos, pero ya no contestaba ninguno y decía una voz que esos números ya no existían.

Los médicos le quitaron el teléfono y le dijeron que no le habían llamado los Reyes Magos, que ella creía que sí por el golpe que se dio en la cabeza, pero que no era verdad.

Aun así mi tía no se cree lo que dijeron los médicos porque en su móvil aparecen las tres llamadas perdidas. Y dice que lo peor es que para este año les había pedido salud, y yo le digo que, el año que viene, mejor les pida un manos libres para la ducha y así cuando la vuelvan a llamar podrá contestar sin hacerse una brecha.

LLAMADAS PERDIDAS

*NOTA*: Este relato es un ejercicio de cambio de narrador. Primero se escribió "Llamadas perdidas" consistente en la narración de una anécdota que debía escribir Bea para la clase de su sobrina. "Mi tía Bea" cuenta dicha anécdota desde el punto de vista de la sobrina.


Me encontraba en la ducha cantando bajo el chorro de agua caliente cuando el altavoz cortó mi canción favorita para hacer sonar el desagradable timbre de mi teléfono: ninoniino ninoniino ninoniinoonaaa. Acababa de enjabonarme el pelo, así que no hice ni caso. La música volvió a sonar y yo a canturrear como si fuera una concursante de Operación Triunfo, aunque mi voz se pareciese más a la de un gatito llorón. Cuando estaba en pleno estribillo dándolo todo, volvió a sonar el móvil.

—Seguro que es la pesada de mi hermana Marga para pedirme que hoy recoja a la niña del cole.

De nuevo ignoré la llamada. Seguí aclarándome el cabello, me unté la mascarilla y me dispuse a desenredarme con el peine de púas.

Ninoniino ninoniino ninoniinoonaaa, ninoniino ninoniino ninoniinoonaaa...


—¡No puedo creerlo! ¡Tres veces seguidas! ¡Más le vale que sea muy urgente! —grité enfadada.


Salí mojada de la ducha con la plasta en el pelo y justo cuando fui a cogerlo dejó de sonar.


—¡Maldita sea!


Me enrollé la toalla y cogí el teléfono para llamar a Marga. Entonces vi que las llamadas perdidas no eran de ella, sino de un número desconocido. Tres, para ser más exactos. Seleccioné el último y pulsé "devolver la llamada". Contestó al teléfono un hombre con un acento extranjero.


Boenos díes, mi nombre is Beltesar, ¿en qué poedo ayuderle?


—En primer lugar en decirme qué es lo que quieren venderme tan insistentemente. ¿De dónde me llama?, ¿de Orange?


—No, señora. Yo li llamo desde Oriente y no pretendo vinder nada, solo nesesito confirmar su direcsión para enviar rigalos.


—¿Regalos...? ¡Ja! Usted se cree que me chupo el dedo.


—Con la idad que tiene no crio que aún shupa dedo.


—¿Será descarado? ¡Pienso poner una queja!


Muy enfadada colgué y marqué otro de los números desconocidos para averiguar la compañía a la que pertenecía y poner una reclamación.


—Le atiende el contestador automático de... Gaspar. En estos momentos no puedo atenderle. Deje su recado desp...


Probé a marcar el otro.


—Le atiende el contestador automático de... Melchor. En estos momen...


—¡Increíble!


Me metí de nuevo en la ducha y mientras me aclaraba el pelo y se me iba pasando el enfado fui cayendo en la cuenta.


—Tres llamadas... extranjeros... Melchor, Gaspar y Belte... ¡Baltasar!


Salí de la ducha de un salto para llamarles con tan mala suerte que resbalé en el suelo mojado y me di un tremendo golpe en la cabeza. Aturdida y chorreando sangre llamé a emergencias y justo después marqué los tres números desconocidos, primero uno, luego otro, luego el otro, de nuevo el primero... Llamé al menos veinte veces a cada uno, hasta que alguien del equipo médico que llegó para atenderme me quitó el móvil. Dicen que todo lo que les conté es debido al fuerte golpe que me di, pero las tres llamadas perdidas siguen registradas en mi móvil, solo que ahora lo único que se escucha al marcarlos es: "lo sentimos. El número marcado no existe."


Y lo peor es que este año les había pedido salud...