Tenía once años cuando decidí contarle lo que mi padre me obligaba a hacer desde la misma noche en que murió mi madre.
Desde entonces, don Manuel, cada semana me hacía escribir el modo en el que había ocurrido el último abuso para luego recrearlo con él.
Cuando regresó, como siempre, me pidió que me sentara en sus rodillas para leérselo. Pero esa mañana por fin me atreví a hacerlo.
Volví a dejar sobre la mesa el abrecartas ensangrentado y con pulso de cirujano escribí en aquella hoja: "Basta".
Breve pero contundente... Me gusta!
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarCon qué pocas palabras se pueden transmitir emociones o sentimientos...
ResponderEliminarLo tuyo promete.
Un abrazo muy fuerte
Muchas gracias, Ana! Un abrazo!
EliminarNo dejas de sorprenderme, qué de talento hay en ti. Te admiro cada día más.
ResponderEliminarTe leo desde Cádiz ;)
Con la expresión "qué de talento" ya sabía que me leías de Despeñaperros para abajo. ;)
EliminarMuchísimas gracias! Yo te admiro a ti!! :)